Bienes en la Jurisdicción de Telde para Construir una Ermita en Chiloeches (Guadalajara)
El artículo de Jesús Emiliano Rodríguez Calleja trata sobre los bienes de D. Pedro José de Cabrera y Linzaga en la jurisdicción de Telde y su destino final: la construcción de una ermita en Chiloeches (Guadalajara).
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El artículo de Jesús Emiliano Rodríguez Calleja narra el largo y complicado proceso testamentario del Prior Don Pedro José de Cabrera y Linzaga, un personaje de origen teldense que alcanzó una alta dignidad eclesiástica en Canarias. Este Prior, conocido por su altruismo y mecenazgo artístico —llegó a sufragar parte de las obras de la sacristía de la Iglesia del Colegio de la Compañía de Jesús en Las Palmas —, dispuso que el grueso de su cuantioso patrimonio se destinara a la fundación de un vínculo y mayorazgo. Su principal voluntad pía era la construcción de una ermita en honor a San José en su villa natal de Chiloeches, Guadalajara.

El proceso de convertir los bienes, tanto muebles como inmuebles, en el capital necesario para la obra fue extraordinariamente lento, prolongándose por más de dos décadas. Las dilaciones se debieron a diversos factores, como la aparición de nuevos bienes no contemplados en el testamento original, la exigencia de cumplir con otras promesas y legados, y los numerosos pleitos y tasaciones que surgieron en torno a la herencia.
Uno de los principales bienes era la Hacienda de Las Vegas de los Mocanes en la jurisdicción de Telde. Su venta pública se activó en 1761, y tras una disputada subasta entre varios interesados, fue finalmente adjudicada por 10.000 pesos al regidor Don Joaquín Verdugo y Albiturría. Sin embargo, este la cedió casi de inmediato al capitán Don Fernando Gaspar Calimano, quien, a pesar de las continuas trabas y exigencias burocráticas, se convirtió en el nuevo propietario.

El dinero resultante de la testamentaría en Canarias se remitió a Alcalá de Henares, donde el protegido del Prior, Don Pantaleón Ignacio de Horche, se encargó de impulsar la construcción de la ermita. Tras la elección del solar y la elaboración del proyecto arquitectónico, las obras se iniciaron y concluyeron en marzo de 1773. A pesar de los deseos iniciales del Prior de dejar un remanente considerable, el caudal se consumió casi por completo debido a los largos trámites, los costes de la obra —que superaron el presupuesto inicial— y, notablemente, a los gastos y las reclamaciones de D. Pantaleón, quien resultó ser el principal beneficiado del proceso. El artículo concluye con el triste destino de la hacienda en Telde y la ermita en Chiloeches, ambas en estado de deterioro, señalando la ironía de que los desvelos del Prior por su alma solo sirvieron para el disfrute de su pariente.
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Agradecemos al Profesor Jesús Emiliano Rodríguez Calleja la cesión de su valiosa investigación para su divulgación en el Fondo Bibliográfico de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria.
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