DE LOS PUERTOS DE LA LUZ Y DE LAS PALMAS Y OTRAS HISTORIAS (Quinta parte)


DE LOS PUERTOS DE LA LUZ Y DE LAS PALMAS Y OTRAS HISTORIAS
(Quinta parte)

    ¡Aquí estoy de nuevo! Llega el resumen semanal de los capítulos del libro "De los puertos de La Luz y de Las Palmas y otras historias". Esta es la quinta entrega, ¡y la he disfrutado muchísimo!

    En esta ocasión, nos sumergimos en las memorias del autor sobre la Oficina de Obras Públicas de su época. Descubriremos de primera mano las jornadas maratonianas, la dedicación de un equipo liderado por el ingeniero Juan de León y Castillo, y cómo lograron la proeza de un estudio técnico de gran envergadura en tiempo récord, a pesar de las limitaciones de la época. A través de este extracto, también conoceremos anécdotas fascinantes sobre la vida política y social de la época, como la historia del busto de Don Juan, el significado de fumar tabaco Jaraquemada, y los intrusos que intentaban salirse con la suya.

    Te invito a unirte a esta lectura de historia canaria, llena de detalles, pasiones y un gran legado.

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DE LAS OFICINAS DE OBRAS PÚBLICAS EN AQUELLOS TIEMPOS
 
    Me refiero a los de la víspera del estudio del Puerto del Refugio y a lo siguieron algún tiempo después; entiéndase que trato de la oficina subalterna nuestra.
 
    Personas: Ingeniero: el Jefe de la Provincia, que lo era Don   Juan de León y Castillo, residente aquí, por lo regular, aprovechando a sus anchas un indistintamente. Ingeniero subalterno: ninguno, él se lo guisaba y se lo comía. Ayudante dos y estos dos de cuchara, sacados del montón de abajo: Herrera y yo. Sobrestantes, tres: uno Pagador, mi compadre Antúnez y dos residentes en las obras, formados, cómo debió ser siempre, de hombres de oficio, temporeros todos. Delineantes: ninguno; dos aprendices: uno   el cojo Doreste (Juan Oreste, que decía el tío Antonio) y, por lo tanto, cargábamos con ese mochuelo los dos Ayudantes: Y paso a paso una digresión. Nadie ajeno puede hacerse cargo de la de lo penoso que resulta el trabajo de calco en dibujos cuyo original haya hecho uno mismo; y por aquellos entonces, los ejemplos que se remitían a la Superioridad eran tres; y no se conocía aquí el ferroprusiato.
 
    Y cuenta que en la oficina nuestra extendía su radio de acción a la de las islas hermanas, que componían con sus islotes, desiertos, pero con faro que había que visitar y atender, y la propia donde residíamos, el Distrito Oriental de Obras Públicas; denominación que nos abrogamos de propia autoritate, cuando la ley había tal Distrito y apenas éramos algo más que un puesto, una mediana casilla que en cierto modo podía parangonarse ante las del Fielato.
 
    Hay la general creencia de que en los andares tales se dio larga a todo para atender tan solo el estudio del Puerto del Refugio, lo cual puede explicar, en parte, la rapidez casi fabulosa con la que se formuló el proyecto. Pues ése, lector, es un error de lo que están por fuera Y verás: Mi compañero Herrera tenía entonces entre manos el estudio y la carretera del Sur hasta Tirajana, y la conservación de las fechas.  Yo me ocupaba de los replanteos e inspección de las obras nuevas de la carretera del Norte, desde Arucas a Guía rematada por Vicente Soler, y en la que se ejecutaban por administración el trozo de la Cuesta de Silva, que me obligaba a visitarlas en cada momento por las muchas dificultades que el trazado tenía para vencer.
 
    Mientras duró la formación del proyecto del Puerto, continué mis visitas a la carretera de la Cuesta de Silva, que eran inevitables so pena de dejar parados, de lo contrario, a centenares de brazos. Y a la  raíz de haber terminado aquel proyecto en menos de seis meses, se me vino encima el del Lazareto de Gando, que no era cosa de juegos, y seguidamente los de los Faros: el de los Salvajes, que salió portugués, y seguidamente el de Maspalomas, que tampoco era rana. Además, entré el estudio estos faros, y hice con Herrera el de la carretera en Arucas a Moya, con un paso de barranco recordaba las dificultad de la Cuesta de Silva.
 
    No sé: tal vez fuera Don Juan una especie de León que los encarnaba: solo puedo decirte, por lo que a mí me toca, que Don Juan proponía y la Superioridad aprobaba; y bajo su sabia inspección y sus acertadas indicaciones se hacían los estudios y se llevaba a cabo las obras.
 


DE UN PUERTO INTRUSO
 
    El de Topete: que no viene a cuento al tratar de los nuestros, pero que recuerda un hecho de los tiempos casi coetáneos de la Revolución de Septiembre, y quiero consignarlo, cuadre no cuadre. Pero como lector de hoy no estará enterrado enterado del porqué de su nombre y la situación del Puerto, debo ponerlo en antecedentes antes de entrar de lleno en su relación. e iremos por partes.
 
    Disponiendo estaba junto con mi hermano, como Ingeniero de la Junta Soberana del Gobierno, cercana a sus fines, el replanteo de la rectificación de la calle Triana en su extremidad norte, proyecto aprobado del Ingeniero de verdad Don Juan de León, con el cual la Soberana aquella no quería cuentas por no ser progresista y ser nosotros hasta la democracia y aún más allá, e hijo de padre tal.
 
    Y así de favor cumplíamos nosotros en nuestras oficinas en aquellos entonces cuando nos creíamos montar tan tanto y más que nuestros jefes reaccionarios todos los otros presidentes de comités oficiales de las milicias voluntarias de la libertad y periodistas populares sin embargo fuerza de la costumbre entré en el despacho del ciudadano jefe alegando disculpas.
 
HISTORIA DE UN BUSTO
 
    En aquellos días, no recuerdo si antes del remate del Puerto del Refugio o después, pero casi a la raíz del acontecimiento, de uno u otro modo, me presentaron, apenas llegué a la Oficina, un joven simpático y de modales finos, acompañado de aseada la vestimenta. Era el presentador Tomas Rodríguez, Pato de alias, y el presentado un chico portugués insular de la Madera, hijo según aquel, de familia regular acomodo; un tanto calavera y que trata de embarcar aquí para las Américas en busca de fortuna o, al menos, de trabajo que le proporciona la solución del problemas de la vida, ya que sus padres se habían separado medio reñido. Tomás, en los tiempos en que residió en la Madera, trató a la familia del joven; a este le conoció adolescente y por tales causas demostraba en su favor gran interés. El dicho Tomás, Inspector de Policía, funcionaba también de Secretario del Ingeniero Don Juan de León, y sí como tal Inspector no había descubierto la pólvora, ni aproximadamente, en cambio como tal Secretario, no tenía precio en más de un concepto.
 
    Repetidos ensayo se emprendieron, y haciéndose y deshaciendo el modelo de barro, se obtuvo una semblanza, que, con espejuelos, no estaba lejana. Se obtuvo al fin, y llevó a cabo el vaciado; lo halló bien don Juan cuando se lo presentamos, y en su mesa de despacho en lugar visible lo puso. Y no era el sentimiento artístico, la idea de la estética plástica la que motivaba a la demanda, sino la del incondicionalismo, característica que distingue al Partido, más pronunciada entonces, cuando Don Juan mandaba en modo absoluto. Que se entrara en la casa de un afiliado y con él y con el busto no se topará, era poderosa causa para dudar de sí mismo de un dueño.
 


DE LOS TRABAJOS DE CAMPO Y GABINETE DEL PUERTO DEL REFUGIO
 
    ¿Y cómo podía salir también en ese poco tiempo, de tan dificultoso empeño? Pues sencillamente, dedicándose al asunto día y noche, hasta las once o doce, en la que soltaba la tarea comenzada a las seis de la mañana. Así lo hacía el Jefe y así lo hacíamos los subalterno a quienes comunicaba su animación y entusiasmo.
 
    Y volvamos a fijarnos otro poco. ¿Con qué va a base contaríamos hoy, si todo este resultado que debemos aquella labor titánica de ingeniero Don Juan, para la División que pretendemos, más cuando las hermanas orientales, quieren, al parecer dejárnosla según se cuenta, por nuestro uso exclusivo? ¿Y los repetidos viajes que hizo a Madrid el Ingeniero susodicho para completar con la debida resolución el éxito de su trabajo técnico?
 


DEL JARAQUEMADA
 
    Cercano estaba la mesa-despacio de Don Juan, que no perdía de vista sus apuradas y estirones del fumador, indicándole con voz impaciente, que humildemente se prestaba a cumplir el aludido.
 
    Dábase entonces una segunda hornada de próximos empleados para Cuba. Los pretendientes en espera del exequator de Don Juan, condición sine qua non era imposible obtener la respectiva credencial de su hermano, hacían a aquel la corte más asidua y lisonjera…. Entre los diversos motivos del incondicional y repetido diario laudeamus te, era el más oportunidad y el más halagüeño para el Ingeniero el que se rendía a su tabaco que cultivaba en su finca de Jaraquemada.
 
    Pronto empezaron   a encajonarse los tabacos de la fábrica y a venderse con éxito asombroso. ¿Quién era el del Partido habría de topar con don Juan en las calles y paseos sin el Jaraquemada consiguiente en su boca, aunque el perderlo de vista lo tirase? ¿Y quién que entrara en su despacho a aprender o a un asunto cualquiera, cuya buena resolución deseara, no llevaba a su Jaraquemada atravesado y a medio arder a fuerza de sostener el chupado para que le sirviera de carta de recomendación?
 
    Barato, hasta cierto punto, era el Jaraquemada, pero lo que no iba en lágrimas iban en suspiros, pues cada tabaco para un penoso arder necesitaba dos cajas de fósforos sin contar el valor del menjurje de gárgaras. Hónrome haber dibujado en colores la viñeta de las cajas de puros y las marcas de los  paquete de cigarrillos, que encontró bien Don Juan y se estamparon no sé si en Francia o en Inglaterra.  Creo que el asunto era la Gran Canaria reposando sobre los fardos de tabaco al pie de unas palmeras en primer término; en segundo la vista ideal de la supuesta Vega Jaraquemada con su secadero, y al fondo un rompiente de mar y cielo, limpio aquel de oleaje y este de nubes, excepto un sol naciente.
 
    El Jaraquemada entró en decadencia a medida que el Partido, Unido y Potente, fueron presentándose pinitos de relajamiento y dejó de ser cuando Don Juan se vio obligado a dejar la Jefatura.


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Continuaremos en próximas entregas desgranando la historia del Puerto

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