DE LOS PUERTOS DE LA LUZ Y DE LAS PALMAS Y OTRAS HISTORIAS (Cuarta parte)


DE LOS PUERTOS DE LA LUZ Y DE LAS PALMAS 
Y OTRAS HISTORIAS 
(Cuarta parte)

En el extracto de esta semana, nos adentramos en los inicios de la construcción del Muelle de la Luz. Descubre la historia del primer buzo y la primera grúa traída a la isla. También conoceremos a Nicolás Báez, el "compadre" del autor, un personaje clave con un inesperado giro político.




Entresaco del texto:

MAJADERÍAS

    Apunto fijo no puedo asegurar cuándo empezaron las obras del muelle de desembarque del Puerto de la Luz, muy lejos, entonces, de ese refugio. Sólo hago idea ligera de que el emplazamiento primitivo que, me parece, estaba cercano al rediente o escalón de la roca de la playa mencionada antes, fue variado por el Ingeniero Don Juan para arrancarlo del punto que hoy tiene.

    Creo que en los comienzos de aquellas obras rematadas por don Santiago Verdugo fue lo de la Videncia, poco apreciada entonces, olvidada luego, y resucitada por la inquina cuando la catástrofe; y a más me parece, si bien no lo afirmo, que de Millares hubo otra Videncia que sufrió la primera y segunda mala suerte de la mentada, y no se resucitó porque el pendant no convenía.

    Con acierto solo puedo consignar que aquellos sucesos tuvieron, por etapa, el lapsus de tiempo comprendido durante el año 62 y el 68 del pasado siglo, porque en los tiempos que siguieron cercanos a la Revolución de Septiembre, las obras seguían su desarrollo, y mi compadre Nicolás Báez, empleado por Don Juan a empeños míos, llevaba la cuenta del peso de la escollera y vigilaba la confección de los morteros, funcionando de argos del contratista para evitar triquiñuelas, a qué hora inclinado.

    Era este, mi compadre, teniente de la Compañía de Voluntarios de la Libertad, que capitaneaba el convencional Gutiérrez y rojo fanático cuando pretendió el empleo, el cual suavizó el color hasta llegar a lila. Se trató de una de las elecciones de Don Fernando, creo que la primera, y el candidato se hallaba entre nosotros ayudando a timonear su carro. Formábanse las reuniones preparatorias, y allí concurrían la pieza unida al despacho de Don Juan los caciques principales a cambiar impresiones y a rectificar la cuenta de sus votos. Mi compadre era de los concurrentes, y no de la última fila se le consideraba.

     - Fulano …… mío. Zutano…. mío.  Perencejo…mío.

    -La caciquería.

    ¿Mengano, del Risco?  -Estupefacción y mirarse a las caras.
 
    -Ese Déjemelo a mí -saltaba mi compadre. Y para no cansar había que dejarle el Risco en completo, republicano a rabiar, y con el cual no se atrevía ninguno de los caciques.

 
DE LA PRIMERA GRUA Y DEL PRIMER BUZO

    De cómo Churruca (Rafael Torres Parlar) vino Las Palmas a raíz de la orden de estudio del Puerto del Refugio, no puedo decirlo; no aseguro, ni mucho menos, que fuera el rendir algunos de sus viajes como piloto, ni si salió de Telde donde recibía, desembarcado. En espera de la credencial en la próxima hornada de Cuba, Don Juan le creó un puesto de capataz de máquinas, cuya misión se limitaba a saber, si le placía, de los cuatro husillos del carro de transporte del gato y tramos de carriles que hacían el completo de nuestra maquinaria.

    La terminación del muelle del Puerto, que rescindió Verdugo, tenía que alcanzar la sonda de ocho metros en la bajamar del equinoccio, lo que impedía la construcción del muro sin la ayuda del buzo. A más, el jefe había dispuesto con bastante acierto la construcción de pequeños bloques prismáticos de hormigón hidráulico, los cuales, colocados sobre la tongada de sacos que enrazaban el suelo, habían de alcanzar hasta la citada línea de agua, desde la cual arrancaba el resto del muro con su revestimiento de sillería. Y cada uno de aquellos pequeños bloques pesaba cuatro toneladas y había de sentarse en forma concertada, de ahí la grúa capaz para su peso.

    Cubierto de esos pequeños bloques estaba la explanada de la parte del muelle que construyó Verdugo, y la grúa encargada de Inglaterra. Era este encargo un hecho de dominio público, todo el mundo aguardaba la llegada de la grúa y se comentaban los días que desde el encargo podían tardar.

    Más tarde cuando vino el Titán, rematado ya el Puerto de Refugio, pocas personas presenciaron el armarlo. ¿Era que esas cosas no causaban ya novedad o que temieran un embuchado de ruedas como el de la primera grúa?


DE LOS PRIMEROS ANDEARES DEL PUESTO DEL REFUGIO

    Salte conmigo el lector, y saltar quiere, o desde la lectura si mejor le cuadra, el periodo algunos años para situarnos allá por el ochenta u ochenta y pico.

    Maldecido el Puerto de Las Palmas, yacía en el abandono más completo. Ni aún como paseo se le quería ya. Allí con gran contentamiento nuestro, no se ha hacían la obra ni de entretenimiento.

    Comenzó el Ingeniero para reunir previamente en su despacho a los marinos de la localidad para indicarle su idea, y en el primer papel en la mesa hubo, lo bosquejó ligeramente.

    El Ingeniero con gran acopio de razones, hijas de su reconocido saber profesional y sus estudios especiales sobre el asunto, refrescados y ampliados en aquellos días por las mejores obras de consulta, justificó su croquis, y por consiguiente la boca que jugaba más acertada. De los marinos reunidos dos llevaban la voz cantante Don Rafael Torres Parlar, conocido como el “Churruca” y don Rafael García Sarmiento; los demás, si mal no recuerdo formaban masa muda en los principios de la conferencia.

    -Este puerto- decía don Teófilo en el Gabinete - no tiene otra boca que la que ha dispuesto el Ingeniero.



----------
Continuaremos en próximas entregas desgranando la historia del Puerto






Comentarios

Entradas populares